¿Qué es la soledad?

¿Qué es la soledad? Durante los últimos años, la importancia de la soledad como problema social ha crecido de manera inexorable. Sobre todo, durante y después de la pandemia, que puso sobre la mesa el devastador efecto de la soledad en el bienestar de las personas. Por ello, conviene tener claro a qué nos estamos refiriendo cuando hablamos de soledad.

Seguramente, lo más importante es diferencia el sentimiento de soledad del aislamiento social. Con esta última expresión, nos referimos a situaciones en gran medida objetivas, en las cuales las personas tienen pocas relaciones sociales. Por ejemplo, no salen de casa, hablan con poca frecuencia con su familia, no realizan actividades sociales, no tienen amigos y amigas o están alejados de ellos. Por soledad entendemos una experiencia subjetiva, una percepción de las personas. Esta experiencia es negativa y con frecuencia dolorosa para la persona, motivo por el cual en ocasiones se habla de “soledad no deseada”. La soledad surge cuando la persona considera que el número y la calidad de sus relaciones sociales (familiares, de amistad, de vecindad) es inadecuada y, por tanto, siento una insatisfacción con la forma en la que se relaciona con otras personas o la frecuencia con la que lo hace.

Cuando esa insatisfacción se produce porque la persona carece de un sentido de integración en la comunidad, de participación en relaciones sociales significativas, hablamos de soledad social. Cuando la persona siente que no tiene una o más relaciones personales basadas en la intimidad, cuando la persona siente que no tiene una vinculación emocional estrecha con alguien, entonces hablamos de soledad emocional.

De todo ello se deduce que una persona puede tener solo unas pocas relaciones con personas significativas, pero sentirse satisfecha. Esa persona no experimentará soledad. Y puede darse el caso contrario, una persona que tiene muchas relaciones sociales, pero percibe que no tienen la profundidad suficiente. Esa persona podría experimentar soledad. Más aún, puede que haya relaciones de apoyo que aumenten el sentimiento de soledad en determinadas circunstancias. En nuestro estudio hemos analizado la forma en la que el apoyo social procedente de distintas personas se relaciona con la soledad. Los resultados pueden parecer sorprendentes. El apoyo procedente del cónyuge siempre es importante para reducir la soledad, al igual que el de los amigos y amigas. Así, las relaciones conyugales y de amistad son importantes procesos protectores para las personas mayores. Pero en el caso de otras personas, la relación no parece tan clara. Por ejemplo, en la siguiente figura, vemos que el apoyo que procede de los vecinos se relaciona con más sentimientos de soledad y, sorprendentemente, el apoyo procedente de los hijos (varones) no tiene efecto alguno:

Es más, si hablamos de soledad social, el apoyo de los hijos (varones) parece relacionarse con más soledad (lo mismo que el apoyo de las hijas). Al contrario, destaca la importancia del apoyo de los nietos, mientras que los vecinos no tienen un papel relevante, en ningún sentido. Se ve en la siguiente figura: